El Barça de Guardiola crea escuela

Barcelona, 29 de mayo de 2011

El FC Barcelona ha redondeado otra temporada histórica con un nuevo título en la competición liguera española y su copa de Europa. El fútbol es una manifestación deportiva en la que se conjugan aspectos técnicos, preparación física y labor de equipo con otros como, por ejemplo, motivación, liderazgo y gestión del conflicto, tan presentes en cualquier aventura de emprendimiento colectivo. Más allá de las razones puramente técnicas, que explican el éxito del modelo deportivo del club blaugrana, hay otro elemento interesante a destacar. Se trata del efecto de imitación que,como sucede también en el ambito empresarial, tratan de explotar los competidores con el objetivo de paliar las diferencias con el líder. En la medida que los triunfos futbolísticos del Barça han ido apareciendo, han abundado los análisis de las razones que han empujado a la entidad hacia esta senda de éxito. Hay por lo menos tres facetas en las que se ha producido, para bien del espectáculo y de todo lo que representa la vida de un club deportivo, un positivo efecto de imitación que trata de reproducir las excelencias del modelo que han puesto en funcionamiento, desde junio del 2003, los dirigentes del FC Barcelona.

El estilo de juego, heredado de una nueva forma de entender el desarrollo de un partido de fútbol -a partir de la aparición como jugador y como entrenador de Johan Cruyff- se ha mantenido a lo largo de este tiempo hasta convertirse en una seña de identidad más del club. La decisión de elección del entrenador está sujeta a una restricción innegociable: el juego del equipo debe caracterizarse por su voluntad ofensiva y por el gusto a disponer, el máximo número de minutos posible, el control del esférico. Tanto Frank Rijkaard como Pep Guardiola han colaborado a la consolidación del modelo y, en alguna medida, han mejorado sus prestaciones en beneficio del espectáculo. Reproducir en el terreno de juego el automatismo en el pase con pocos toques previos, la colocación en el lugar preciso. La realización automática de los movimientos adecuados en el momento oportuno es el fruto de muchas horas de trabajo, esfuerzo y dedicación. La mayoría de los jugadores del primer equipo están acostumbrados a este tipo de actividad en el terreno de juego desde sus épocas de formación, que apuestan por un mismo tipo de esquema de juego, no en balde la cantera constituye uno de los pilares fundamentales del primer equipo del club.

Cada vez son más los equipos de la Liga BBVA, la competición liguera española, que han visto en este sistema de juego el modelo a seguir. Incluso la selección española, actual campeona de Europa y del Mundo de fútbol, ha abandonado su peculiar estilo de fuerza y coraje (antaño reconocida como furia española) por el gusto por el juego colectivo y el buen trato del balón. Los espectadores parece que disfrutan más con este tipo de juego de sus equipos. Buena prueba de ello es que el porcentaje de ocupación media de los estadios es del 78,53%, en el periodo comprendido entre las temporadas 2002-03 y 2009-10, que experimenta un notable ascenso, especialmente desde la temporada 2005-06.

Fuente: GecaSport y elaboración propia.


Otro indicador de mejora del espectáculo es el tiempo real de juego, es decir el tiempo resultante una vez descontado el tiempo que el juego está parado por interrupciones de índole diversa. El tiempo real de juego ha aumentado, y por lo tanto ha sido menor el precio por minuto de juego que han pagado los espectadores de los diferentes campos de juego. Se trata de otro beneficio para el espectáculo y un aliciente más para el espectador. Uno de los elementos que mejor ha contribuido a este hecho es la disminución del número de faltas señaladas por los árbitros a lo largo de los noventa minutos de juego. En las nueve últimas temporadas, según datos de GecaSport, el número medio de faltas por partido ha sido de 17,6. La tendencia a la baja significa de nuevo que el juego gana en precisión, hay más labor de equipo, con aumento considerable del número de pases bien hechos, lo que se traduce, por otra parte, en una menor frecuencia de jugadas punibles; el juego se interrumpe menos y hay mayor continuidad del mismo. Las 14,4 faltas señaladas por partido en la temporada que recién acaba suponen una reducción importante de la cifra de faltas señaladas en la temporada 2005-06, de tal forma que la voluntad de juego limpio se ha ido haciendo presente en la mayor parte de los estadios y en la forma de jugar de la inmensa mayoría de los equipos de la primera división. Así, en promedio, una de cada cuatro faltas de hace cinco temporadas ahora no se producen.

 

Fuente: GecaSport y elaboración propia.

 

Fuente: GecaSport y elaboración propia.

Si contabilizamos los pases bien dirigidos por los jugadores de todos los equipos de la liga española a lo largo de los últimos años, veremos también que el efecto de imitación ha tenido sus efectos favorables en la mejora de la calidad del juego desplegado en los diferentes terrenos de juego. El número medio de pases bien realizados alcanza, en la temporada recién terminada, la cifra de 355 por partido, mientras que el equipo del FC Barcelona se situó en los 701 pases bien dirigidos en promedio a lo largo de las 38 jornadas.

 

Fuente: GecaSport y elaboración propia.

La evolución de las cifras registradas desde la temporada 2003-04 es elocuente. Los 272 pases bien dirigidos que en promedio se realizaron entre todos los equipos en toda aquella temporada quedan sobradamente superados por el promedio actual, lo que supone un incremento del 30% del valor de este indicador de calidad en el juego. La efectividad en el pase, es decir la relación entre el número de pases bien dirigidos y el total de pases realizados es, para el conjunto de los 20 equipos que disputaron la competición liguera, del 75%. Barcelona, con el 88% de efectividad, Real Madrid y Villarrealm superan el 80% de efectividad, seguido de cerca por Sevilla y Valencia. Real Sociedad, Levante y Osasuna, por este orden, cierran esta clasificación con cifras que rondan el 70%. Destaca también la forma de la distribución de la efectividad que es relativamente estrecha y con valores en aumento a lo largo de las últimas temporadas, lo que señala una vez más la mejoría experimentada
en el fútbol que se practica en los terrenos de juego desde 2003.
El segundo de los elementos que producen un efecto de imitación por parte de los competidores se vincula con los jugadores que integran sus plantillas. El FC Barcelona apostó por la formación de jugadores en su escuela, conocida en el mundo como La Masía. En este centro conviven en la actualidad cerca de 60 niños, de distintas procedencias geográficas y de capas sociales diferentes. La formación es integral, en el sentido de que se capacitan como deportistas con el objetivo de algún día integren la plantilla del primer equipo de fútbol del FC Barcelona o, acaso, en cuadros destacados de la élite del fútbol internacional. En La Masía, además, se les ayuda en el proceso de formación como personas y ciudadanos del mundo. Para ello, los chicos de La Masía siguen sus estudios y reciben el apoyo de sus maestros como cualquier otro niño de su edad. En resumen, se les prepara para el éxito y para el fracaso, tanto en lo deportivo como en la faceta profesional. El once titular del FC Barcelona incorpora, desde hace unos años, a un buen puñado de estos chicos forjados en la Masía de tal forma que entre 6 y 8 de este equipo procede de la cantera barcelonista. Tanto en la final de la Champions League en Roma, como el pasado sábado en Londres, la presencia de jugadores formados en la cantera barcelonista fue mayoritaria. Esta estrategia, en la línea de lo que ha sido la voluntad del socio y aficionado del Barça, que siempre ha aplaudido la combinación de estrellas
internacionales con gente de casa, tiene también una importante traducción económica. El valor de estos activos resulta incalculable aunque, como consecuencia de las normas contables por las que se rigen las cuentas de los clubes de fútbol, no queda reflejado ni en su balance ni en la cuenta de resultados, más allá del ahorro que supone la menor necesidad de acudir al mercado de fichajes.

Para el FC Barcelona esta ha sido una constante desde prácticamente sus comienzos. Desde la fugaz aparición de Héctor Scarone, ídolo de la celeste uruguaya allá por la década de los años veinte (dos campeonatos olímpicos y la Copa del Mundo de 1930) y primer jugador internacional en vestir la camiseta blaugrana en la temporada 1925-26, pasando por Kubala en los años cincuenta y otras figuras de recuerdo más cercano, el once titular del Barça siempre ha sabido guardar una exquisita proporción entre las figuras extranjeras y los jugadores locales. Samitier, Ramallets Basora, Biosca, Segarra, Sadurní, Fusté. En las últimas temporadas hemos asistido a una renovada atención por parte de muchos equipos de la primera división de la liga española por sus canteras y escuelas de formación, independientemente de su filosofía y forma de actuación. Ha crecido el número de jugadores jóvenes que han debutado en la competición nacional. Las divisiones inferiores de equipos como el Sevilla CF, Athletic Club de Bilbao, Sporting de Gijón, RCD Español o Villarreal, entre otros, corroboran el hecho de que el modelo basado en sacarle provecho a las inversiones en la formación de base resulta adecuado. La Masía del FC Barcelona tiene también su reflejo en lugares más alejados. La escuela situada en el predio de La Candela, cerca de Buenos Aires, funciona a imagen y semejanza de la Masía en Barcelona, tanto desde el punto de vista deportivo como de formación integral de los chicos que allí residen. Desde hace unos meses Maxi Rolón se ha incorporado al equipo de cadetes de las inferiores del Barça después de haber destacado en el CF Luján, que es el nombre que reciben los equipos de la cantera blaugrana en Argentina.

Los valores inculcados a los niños en las divisiones inferiores del FC Barcelona permanecen vivos a pesar de los triunfos deportivos del mayor nivel. Una buena prueba de ello, es el detalle del capitán Carles Puyol con su compañero de equipo Eric Abidal en el momento de recibir el trofeo acreditativo de la Champions League, que cobra mayor importancia teniendo en cuenta que también Puyol sufrió y se sacrificó para superar sus molestias en la rodilla y formar parte del once inicial en la final de Wembley. Albert Puig, entrenador del equipo Alevín B, fue premiado por inculcar a sus jugadores el ejercicio de la deportividad cuando les convenció de que se dejaran marcar un gol en un partido contra el eterno rival, poco después de que éste hubiera encajado un gol mientras atendían por lesión a uno de sus jugadores. Se trata solamente de dos ejemplos bien conocidos por su difusión en los medios. Existen cientos de situaciones en esta misma dirección en el anecdotario de Carles Folguera, director de La Masía, y de los entrenadores de las divisiones inferiores. La imagen de Scholes, jugador del Manchester United, en la ceremonia de entrega de la copa a los jugadores del Barcelona, enfundado con la camiseta con la que Andrés Iniesta jugó la final, no ha pasado desapercibida a los observadores que señalan al mediocampista blaugrana como un referente por su juego y también por su forma de ser en el campo y fuera de él.

El tercer aspecto que desencadena un efecto de imitación es el que se refiere a la profesionalización en la gestión y el proceso de toma de decisiones. De la misma forma que los dirigentes que tomaron las riendas del club a finales de junio del 2003, miraban desde la distancia las formas de organización y gestión del Manchester United (ocupaban, respectivamente, el lugar número 13 y 1 en el ranking de los clubes más poderosos del fútbol europeo, es decir mundial) tratando de descubrir cuáles eran los factores de éxito, ahora otros clubes se interesan por el funcionamiento de la institución creada hace más de 110 años por Joan Gamper. El FC Barcelona ha pasado, en poco más de 8 años, de facturar 169 millones de euros, a presentar un presupuesto de ingresos cercano a los 400 millones de euros, lo que le sitúa entre los tres clubes con mayores ingresos. A pesar de las diferencias existentes entre ellos, por lo que respecta fundamentalmente a las principales fuentes de generación de ingresos (estadio, derechos de televisión y marketing y patrocinio), el club ha sabido diagnosticar adecuadamente los elementos clave del éxito económico, en una industria tremendamente compleja como es la competición deportiva internacional, y después de un ejercicio concienzudo de benchmarking, apostar por un modelo de crecimiento equilibrado de sus finanzas, especialmente en estos últimos ocho años de vida de la institución.

Desencadenar el circuito favorable de interés entre los aficionados y los patrocinadores, conseguir un modelo deportivo asentado en el éxito y retornar con triunfos este esfuerzo a unos y otros, con un equipo humano de jugadores, técnicos, preparadores, médicos y fisioterapeutas, de primer nivel, solo se consigue perseverando en la estrategia adecuada, recomponiendo las directrices, aprendiendo de los errores, tratando de mejorar de manera permanente y siendo tributario de un abanico amplio y generoso de valores emanados de los propios valores de la práctica deportiva. Para ello se precisa de una organización eficaz, con la participación de profesionales expertos en cada una de las múltiples facetas en las que se desenvuelve la competición profesional, que tratan día a día de sacarle mejor partido a la capacidad instalada (el estadio, el museo del club, sus instalaciones, etc.), a la marca que identifica la entidad con sus señas de identidad (dando mayor protagonismo al significado del lema “més que un club”) y proporcionando elementos de satisfacción a los socios y abonados así como a la creciente masa de aficionados en cualquier lugar del mundo.

La diseminación de estos tres aspectos va más allá de la élite del fútbol. Es una ganancia colectiva derivada de una forma especial de entender el deporte. Estos beneficios se distribuyen, además, de forma equitativa por los estadios en donde se sigue practicando el apasionante juego del fútbol. Los seguidores de este deporte les debe quedar la tranquilidad de que la pasión que demuestran en la defensa de sus colores es perfectamente compatible con lecciones de trabajo, humildad, esfuerzo y generosidad sin que para ello quede en entredicho la belleza, emoción y competencia para lograr el triunfo. La noche del 28 de mayo en Wembley es un reconocimiento a esta labor colectiva.


Carles Murillo Fort
Universitat Pompeu Fabra

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